sábado, 13 de enero de 2018

La homosexualización de Sor Juana

Sor Juana Inés de la Cruz se está convirtiendo rápidamente en botín de la ideología “gay”. Muchos de nuestros muy progresistas intelectuales, sin tomarse la molestia de hacer una investigación verdadera (y, por lo mismo, sin amar la verdad), comienzan, uno a uno, a repetir la descarada mentira —insinuada por Octavio Paz, afirmada por Antonio Alatorre y capitalizada ahora por gente como Francisco Martín Moreno y SergioTéllez-Pon—  según la cual la poetisa habría sido lesbiana. Se trata de una versión prefabricada con descaro, de un bulo preparado con el avieso objetivo de convertir a la insigne monja en una de los suyos.
            He exhibido con anterioridad el origen mendaz de esta versión de las cosas, lo cual no ha obstado para que la agenda ideológica y la codicia, sin preocuparse de las objeciones críticas e históricas que insistentemente he opuesto, hayan continuado su ciega y egoísta marcha.
            Ya conté cómo una de las principales responsables de la divulgación de tan detestable mentira, Patricia Arriaga Jordán, recibió de mis manos un ejemplar de mi biografía de Sor Juana, Aquella Fénix más rara, que contiene las evidencias de que la Iglesia jamás la persiguió. Sin dignarse a considerar tan capital información, la productora de televisión incluyó tanto en su documental Sor Juana Inés de la Cruz: la peor de todas, como en su telenovela Juana Inés, dicha falsedad. Para colmo de males, en esta última introdujo, seguramente porque era lo “políticamente correcto” y para darle más sabor al caldo a un producto que debía ser vendible (pues, como sabemos, el escándalo vende), el embuste homosexualista.
            Dado que, cual dije antes, muchos de nuestros intelectuales progresistas no se toman la molestia de investigar debidamente antes de presentarnos sus sesudas opiniones, el hecho es que la confianza con que ahora se están sumando a la divulgación del bulo del lesbianismo de la Décima Musa proviene de… ¡la telenovela de Patricia Arriaga!
            Este parece ser el caso del artículo “¡Putos abominables!” (sic) de Tomás Mojarro, quien recurre en él a la mentira de que Sor Juana estuvo “enamorada de dos señoras virreinas: de la marquesa de Mancera, primero, y de la marquesa de la Laguna, después”. Como esta mentira no había aparecido en el sorjuanismo ideologizado (que en su falaz interpretación se conforma con la segunda virreina), sino en la telenovela de Patricia Arriaga, resulta que Tomás Mojarro la toma de ahí.
            Aun en el remoto caso de que no fuese así, es indudable que el bulo “gay” se ha propagado exponencialmente en los últimos tiempos a causa de la telenovela de marras. Las personas que no leen se conforman con el adoctrinamiento recibido a través de la pantalla.
El artículo de Mojarro es buena muestra de ello. Ahora incluso los que leen aprovechan la ola, y se lanzan a denostar a sus críticos haciendo alarde de evidencias falsificadas.
Así, Mojarro se atreve a adulterar un párrafo de la biografía del confesor de Sor Juana compuesta por José de Lezamis, en el que introduce sus propias ideas:

—En su servidumbre jamás permitió mujer alguna; en sus frecuentes pláticas doctrinales atacó con vehemencia cuantos defectos creía hallar en la mujer. Oí decirle que si supiera que ha entrado una mujer en su casa, habla de mandar arrancar los ladrillos que ella había pisado. No quería que en casa suya pusiesen mano las mujeres ni que le guisasen la comida ni oírlas hablar y cantar. Prohibió a sor Juana el estudio, la escritura y la música, ordenándole deshacerse de todos sus libros e instrumentos científicos y musicales. En ese siglo la mujer tenía que casar con varón o con Cristo. La poetisa casó con Cristo en la fe. Violando el protocolo rehusó visitar al visorrey conde de Galve porque la virreina era mujer” [así las comillas].

Lo que he resaltado no es parte del texto original, sino creación de Mojarro. La confusión que él ha introducido pertenece al designio ideológico de convertir a la poetisa en lo que jamás fue, en tanto, según esta falsedad, “por ser mujer, por ser libre y por ser lesbiana, ganó el odio y la ira del poderoso arzobispo misógino don Francisco de Aguilar y Seixas, del que [según Mojarro] cuenta Lezamis” lo recién citado.
            Con tal de llevar agua a su molino, Tomás Mojarro no duda en falsear los datos, y de este modo, luego de volver a Sor Juana lo que nunca fue (y de calumniar al arzobispo de México imputándole cargos falsos), ¡puede exhibir indignación en su escrito!
            Ya se ve que esta táctica es la de moda ahora. Buen ejemplo son las obras de los antedichos Francisco Martín Moreno y Sergio Téllez-Pon.

            Dentro de sus limitadas posibilidades quien esto escribe intenta, por el bien común, que la verdad prevalezca (¿dónde están los otros sorjuanistas?). Toca al público examinar lo que se le dice y no dejarse engañar.

1 comentario:

  1. Felicidades por su trabajo. Ni modo, le toca ser una voz en el desierto

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